Ella en mi memoria

poema de Qelzac

Oh, aquella voz
La que eleva y extermina
Cálida como el ocaso
Cercana como un amante
De solo escuchar se revuelca,
El muerto que yace en su tumba
Revive a pesar de estar atosigado
Se alegra a pesar de ser infeliz.

Tal dulce melodía
Calma tormentos y alivia dolores,
Alienta la sempiterna llama que dejaste
En la más decadente alma.
Llega a cada rincón,
Cubre cada espacio.
Desnuda mi corazón
Lo deja segundos vacío
Para arremeter en explosiva carga
De recuerdos salvajes,
Con un abisal amor
Que marchita mi pesar.

Dejé parte de mí
En tus espléndidas alas,
En tus suaves rubíes,
Y en cada sutil curva
De tu violenta belleza.
Jamás necesité tu guía
Nunca me perdí en tus caminos
Recorrerte era mi pasatiempo
Recordarte en mi lascivo pensamiento
Detonante de mi lujuria.

Amaría ser el ave
Que te canta en las mañanas,
Amaría ser tu dibujo
Y así cobrar vida,
Moriría
Por ser aquél mar
Donde se dirige el rio de tus pensamientos
Y converge el vasto amor que te vi entregar.