Pídeme a mí.

A lo mejor tenemos que darnos un tiempo. Un tiempo para pensarnos, para querernos, para intentarlo. Un tiempo para aclararnos, o no. Un tiempo para perderlo todo o encontrar cosas nuevas. Abrir puertas o cerrarlas a cal y canto. A lo mejor nos debemos un tiempo a contra reembolso, un tiempo juntos, o simplemente los que nos pida el cuerpo.

 A lo mejor tenemos que darnos las gracias. Las gracias por reírnos, por lo incondicional o simplemente por lo que no somos capaces de nombrar. Por hacernos fuertes o demostrar que estamos ahí, sujetándolo todo en el fondo de nuestros puntos débiles. Aunque nos de miedo reconocer tantas cosas.

A lo mejor no tenemos que darnos prisa. No por nada en absoluto, sino porque sería bonito hacer las cosas bien en su medida justa. Ir despacio con los pies en el suelo y un mapa bien hecho para saber dónde vamos a meternos con todo esto. Y que si vamos a correr los riesgos, que sea despacio. A lo mejor no tenemos que darnos prisa. Ni correr riesgos. Solo esquivarlos.

A lo mejor no tengo que darte nada porque no tengo deudas contigo. Pero podría darte lo que me pidieras. Y puestos a pedir, pídeme a mí.

Pídeme a mí para pensarnos, para querernos, para intentarlo.