La dama de los felinos.

En la encrucijada de la hermosura, alzase una doncella radiante,
de ojos sidéreos y sonrisa lunar, de esencia deslumbrante,
su cutis sedoso, como terciopelo, un tesoro fulgurante,
y en su ser mora el encanto, el embrujo más cautivante.

En su mundo de ensueño, acompañada de sus felinos,
danza entre susurros y ronroneos, en juegos peregrinos,
son sus fieles compañeros, seres de pelaje sublimado,
que acarician su alma y otorgan un amor encantado.

El primero, un tigre de ojos vivos y porte señorial,
brinda bravura y fuerza en cada uno de sus saltos sin igual,
con zarpazos de ternura despierta pasiones salvajes,
y en su mirada refleja historias de valientes linajes.

El segundo, pantera negra de mirada enigmática,
se desliza en las sombras, misteriosa y enigmática,
susurra secretos al oído de la dama con finura,
y juntos, en complicidad, tejen tramas con dulzura.

Y el último, gatito travieso, juguetón y lozano,
que con saltos alados enreda el hilo de su mano,
con travesuras cómplices alegra sus días sin descanso,
y en su ronroneo halla la paz, el éxtasis amanso.

La dama y sus gatos, cuadro de equilibrio y perfección,
donde el amor y la ternura danzan en comunión,
cada uno con su carácter, su encanto y su hechizo,
tejen vínculos eternos en un rito tan exquisito.

Y así, en aquel universo de encanto y sutileza,
la dama y sus gatos viven en plena belleza,
una sinfonía de ronroneos y caricias sagradas,
que despiertan sonrisas y pasiones enamoradas.

En ese ámbito mágico, donde el amor se torna arte,
la dama y sus gatos, poema vivo en su estandarte,
una melodía eterna que jamás cesará de encantar,
la belleza de un alma unida a sus gatos, divina y singular.