Un poema, un rezo.

Un poema flota, me eleva en sus alas y me lleva al cielo,
es el fiel amigo de horas inciertas, es la vitamina que nutre mi alma,
es la reflexión de mi aguda conciencia, que plasma en palabras
momentos de angustias, pasiones , alegrías, calma…
Con él sobrevivo, infrinjo, me afirmo y rebelo,
porque es mi espejo y allí puedo SER,
la mujer auténtica que ha perdido sueños
y no la que el mundo siempre quiere ver.
Siento que escribiendo me acerco a mí misma, fluyo en libertad,
es en cierto modo la práctica bella de poder rezar, de contarle a Dios,
y a otros poetas ,la sincera historia de mi realidad.
En lapsos de tiempo me llamo a silencio, y escondo profundo
tantos sentimientos que a diario yo vivo;
miro fotos viejas de seres queridos que lejos se han ido
entonces les hablo, lloro, sufro , rio…
Absurda ironía esta vida mía, a veces quisiera saber de verdad
si toda esta bruma que envuelve a mi alma, es parte de un sueño,
delirio o realidad.
Así pasan los días, flotando con mis poemas, desnudándome en los versos,
extraviada en el silencio, ahogándome con preguntas en mi vida rutinaria;
quisiera volar muy alto, pero sólo correteo como un pájaro sin alas
y allí por fin lo comprendo,” la desesperanza es mi mayor adversaria”