Al crecer
Al crecer todo termina en un olvidar.
Olvidamos a nuestro primer amor.
Olvidamos a nuestro primer amigo.
Olvidamos nuestro primer miedo.
Nuestra primera palabra.
Nuestra primera alegría.
Nuestro primer regalo.
Olvidamos lo que ya no nos parece importante.
Todo se resume en una rutina.
Levantarse y saber cada cosa que haremos.
Y hacerla, seguir el plan al pie de la letra.
Al crecer ya no nos preocupamos por saber cómo se encuentra aquella princesa, que vive dentro de nosotros.
O si el león de nuestro interior, que hace tiempo no alimentamos, necesita ser alimentado.
Sino que la mayoría del tiempo nos quejamos de cómo somos ahora.
Ya no nos gusta cómo lucimos ni cómo hacemos las cosas.
Ya no nos aceptamos.
Al crecer empezamos a sentir miedo, y temerle a cosas que antes no.
Empezamos a sentir vergüenza.
Ya no somos esos niños inocentes que vivían en castillos y decían todo lo que pensaban.
Ya no somos aquellos ojos cristalinos que no se preocupaban por ser feo o bonito.
No somos esos que se atrevían a declararse, que se atrevían a arriesgarse, que se atrevían a mirarse y estar orgullosos de ellos.
Ahora olvidamos lo importante que somos y que necesitamos pensar en nosotros.
Ahora olvidamos que cada paso que dimos fue una hazaña.
Al crecer vivimos en un mundo distinto.
Ya no recordamos lo que una vez fue importante.
Ya no recordamos por qué fue que regamos nuestra primera lágrima.
Ahora importa quedar bien frente a todos y decir siempre lo correcto.
Ya no nos importa aprender, solo queremos enseñar.
A veces hasta enseñar lo que no sabemos.
Ahora siempre tenemos razón y nadie puede corregirnos.
Ahora nuestra opinión es la correcta.
Ahora somos los únicos que entendemos y lo niños no ven nada.
Pero a la vez nos subestimamos.
Y no creemos en nuestras capacidades.
Que no hacer esto porque no sé hacerlo.
Que no avanzar porque qué tal que tropiece de nuevo.
Que no hablar porque qué tal que no sea correcto.
¿Y al final qué hacemos?
Nada.
Y luego vamos avanzando en el tiempo.
Y nos arrepentimos de no haberlo hecho.
Porque, ¿quién sabe qué habría pasado?
Y seguir y seguir haciendo lo que siempre hemos hecho.
Vivir por vivir.
Al final nuestro corazón late por rutina.
Y nosotros nos aburrimos y arrepentimos.
Por no haber aprovechado la vida.
Comentarios & Opiniones
Extensa obra bien sugerida, y con profundas verdades. Felicitaciones por compartir Laya.
mayita, muchas gracias por leerme.
Un gusto que le haya gustado.
Gracias, saludos.