Avaro

Avaro

Avaro anciano me dijo una vez
que no regalase mi corazón.
Que nadie ha de ser su dueño.
Que no tengo por qué.

Ingenuo de mí le respondí
- ¿Qué debo hacer?
Si tiempo atrás mi corazón
ya lo regalé.

-Lo perdiste para siempre,
burlesco me dijo aquel.
Quizá fragmentos,
pequeños trocitos encuentres
que ya no les son de interés.
En una angosta cueva
o marchitos por doquier.

Desolado le insistí
- ¿Qué debo hacer?
si esta mala idea, esta ausencia
me hará desvanecer.

Te volverás frio como el hielo,
De perpetuo invierno
Avaro anciano me hablaba.
Mientras sonaban sus palabras
En mi interior,
donde debiera estar mi corazón,
helaba, helaba, helaba…

Desesperado le pregunté
por última vez
Anciano avaro, dígame
¿Qué debo hacer?
Este frio no lo podré contener.

Libéralo en lágrimas, me replicó.
Habrás de plantar la semilla
De un nuevo corazón.
Y regarla con tus llantos
para que este nazca fuerte,
sin miedo al amor.
Pero nadie más habrá
de ser su dueño.

No quiero vivir enterrado
en hielo perenne,
Anhelo que mi corazón
al fin esté presente,
presente de un amor
que, ausente de heridas,
me lo entregue.