Yodo

poema de Semprol

La orilla dilata la marea,
rompe los huesos del atardecer
porque el cieno no es líquido sino espeso,
pretil de corriente
y absorbedor de esencias
que reniega el brillo arrebolado.

Pero hay algo vitamínico,
algo blanco
cual folio recién sacado de fabrica,
cual hermosa dama con tirantes en verano.

Mis pies plutónicos pisan
la huella del oleaje,
pus de mar,
siendo yo quien sangra
fortaleciendo mi óseo tejido
mientras la ola
tsunami para una hormiga
cubre mis tobillos trémulos.

Estoy tumbado en la arena
desinivido de astrigencia embotellada
erigida en la simbiótica poesía marítima.