Mástil de esperanza

poema de Semprol

El poder inquiere bueyes,
mulas, bosques, praderas;
se alza contra el débil
a quien una sombra ciernen
cobrando diezmos, palabrería y calumnias nómadas y distantes.
La profusión de la disonancia putrefacta en el helecho
vuelve, desiste, reencarna,
bate sus alas cual blanca paloma
agraciada por su diáfana apariencia
desmentida tras el hecho.
Solo algunos dieron acta,
y cuando digo algunos
digo pocos
para pocos
faltó ver a muchos
descarriados
del redil.

Pocos son nómadas que deambulan sobre el canal asignado,
duermen con la piedra y toman ablución de barro.
Sufrir, sufrir ¡sufrir!
entre recodos, baches y bultos, sufrir.
Eso es la vida.
También sufre el ermitaño
de casta ferviente nómada
conviviendo junto a pululante rebaño.
Afásico
escribe y musita a su laringe;
pavoroso
prevee cambio, progreso
mas al instante,
mirando al frente:
el antojo es molicie,
el suspiro es despecho
y para el conspicuo

ósculo apoteósico.

Una horda parturienta se avecina en la siguiente curva,
solo hay que sacarla por la cabeza,
paciencia a que asome la cabeza,
ella tomará riendas...

Es nuestro mástil de esperanza.