Lo Que Siempre Quise Decirte (a mi primer amor) - 1
Cuando pienso en ti, jamás veo gris. Hay tanto odio como amor puro. Sentimientos incomprendidos que jamás pudieron materializarse. Sombras y vergüenzas engloban mis pensamientos cuando te recuerdo. Ojalá lo hubiera visto antes; al menos la etiqueta de cobarde no sería tan clara en mi frente. No te culpo por no amar a quien no podía dormir bien. Pesadillas se aglomeraron a mi alrededor, monstruos en mi armario y yo sin querer escapar ni entender mi loco amor hacia ti.
El pecado es lo primero que reconozco al ver a mi joven yo frente a mí. Claramente puedo observar los letreros que con tanto éxito te alejaron: pecado, acusación, negación, rechazo, asco, autodesprecio y desesperación no parecen una buena combinación cuando piensas en un Romeo o en una compañera.
Vergüenza es lo segundo que aprecio al ver mis ojos juveniles, tan inexpertos que no pudieron ver que el amor que tanto leía no era del todo real, o al menos no al pie de la letra. Amar de forma no convencional, para muchos, es un pecado mortal. Crecer sin entender qué es lo que sientes también es letal. No culpo a mis ojos por tener ese opaco color por amarte sin entender qué es amar o qué era eso para mí.
Acusación, eso puedo verlo a miles de kilómetros de distancia. No puedes ni siquiera respirar sin estar siendo juzgada. Nadie sabrá nunca el peso de tus propias expectativas y esperanzas. Todos te amarán si te comportas bien y te ignorarán si no lo haces. ¿Quién diría que el amor que tanto buscabas, la atención que tanto querías, fuera quien más problemas te podría causar con el mundo? Te acusas a ti y el mundo lo hace contigo. Vacío en tus ojos, frío en tu corazón. No está mal sentir, ahora lo sé bien. Ojalá ella también lo supiera. Tal vez sin ese peso podría haber tenido el valor de decirte verdades en cuadros en vez de pintarte mentiras en varios colores.
Negación, claramente estaba en todo mi ser. Negada a ver, negada a hablar, negada a sentir. Muchas veces recuerdo querer negarme a vivir. No ocurrió; yo continué, tal vez demasiado tiempo con la cabeza agachada sin querer ver lo que era ni quién soy. No fue fácil; tal vez seguí con la presión social a mi alrededor y teniendo todo lo que el mundo creyó que me haría feliz más de lo que debía. Pero al menos eso ya no se refleja en este lado de mi espejo. Amor, eso sé que es y sé ahora bien qué fue lo que sentí por ti.
Rechazo, tal vez mi segundo mayor miedo en ese momento de la vida, la mayor corriente en mi río de sentimientos. Tal vez la mayor razón de mis dolores. Tu partida era esperada, podía verlo. Podía verte insatisfecha y mareada al estar junto a mí. Todo siempre fue drama y mentiras. Tú sabías mejor que yo que te amaba, pero que jamás te lo admitiría porque ni yo podía a mí misma. Más no por eso hizo que ese dolor no existiera. Jamás podré culparte, pero cómo dolió verte alejarte. No tenía nada para ofrecerte, pero aun así quería estar a tu lado. Siendo egoísta, quería todo de ti: desde tu estúpida risa, tu olor, tu calor, tu compañía y aunque fuera algo de tu mirada color esmeralda. Fue un dolor tan grande y sin razón en aquel momento que por años mi corazón solo lo reprimió y lloró más no entendió el porqué de tanto dolor. Te amé completamente. Fuiste la primera en mi corazón pese a mi historial y mis numerosas citas con chicos. Fuiste la única que, hasta el día de hoy, ha logrado hacerme sentir tanto que, con más de una década de distancia entre los acontecimientos y el día de hoy, algunas lágrimas ruedan por mis mejillas, reflejo de mi primer amor.
Autodesprecio. Crecer queriendo ser un príncipe siendo una chica es algo complicado. Mezcla una familia conservadora y unos padres con traumas. Me criaron para ser más fuerte y mejor que ellos. Toda mi niñez desee ser un niño con todo mi ser. Me gustaban las chicas aunque también sentía cosas por los chicos, por lo que era confuso verme como algo así que solo lo atribuí a ser muy sentimental y de gran corazón. A la realidad de una chica bisexual con una clara dismorfia con su género al querer tener las libertades y fortalezas que tenía el otro género. No excuso que fuera una cobarde que lanzaba la piedra, pero que no podía articular ni una sola palabra si se hablaba de ti. Dios, cómo moría por darte un beso y lo sabía bien, pero jamás pasé de tomar tu mano. Fui cobarde y no pude entender quién era y qué quería. Por eso solo mentía para poder llenar esos vacíos en mí con lo que pensé que te gustaría. No era un chico malo que leía demasiado, licántropa y de familia de 5 (sinceramente, la mentira que más me apena y me hacía querer huir antes de decirte la verdad). Sí, tenía una familia bastante descompuesta con papeles por meses de separación sobre la mesa. Anhelaba estar en un internado para alejarse de una madre que se desquitaba todas sus frustraciones conmigo, al igual que un padre con altas expectativas que nunca me dejaba sentir con libertad y que decidía por mí sobre todo. Más no tenía otros padres, aunque en su momento hubiera pagado por ello. Pese a que ambos se engañaban y que tengo mis peores recuerdos al igual que traumas sobre ello, no tengo más que una hermana menor y dos padres. Parte de ello fue basado en mi realidad y otra en una fantasía que me gustaba tener para escapar. Lo sé, era patético. Yo era patética y una mitómana que buscaba escapar de su realidad y ataques de ansiedad (eso sí era verdad, los tengo desde los 7 años de edad hasta el día de hoy).
Desesperación creo que es lo primero que me vino a la mente cuando pensé en mí a los 13 años. Una niña desesperada por amor y comprensión que era ciega completamente a cómo su desesperanza carcomía sus relaciones. Alejé a mis padres por años, salté de relación en relación buscando solo la ilusión. Dejé que el mundo decidiera mi vida hasta que un día desperté en una rutina cerrada siendo completamente infeliz pese a que cumplía con los planes que el mundo dispuso para mí. Con un novio de 4 años, una carrera, destacada estudiante entre mis círculos, admirada por muchos, pero sin una pizca de felicidad en mí, solo momentos felices esporádicos... Ya que han pasado años desde que desperté con una pesadilla que me revelaba lo que por años me mentí con fervor sobre mí y la verdad de mi amor por ti, fue cuando empecé a sanar y por primera vez entender que fuiste mi primer amor. Pero ya han pasado los años para decirte lo que siento y no tengo el derecho a pedirte perdón por exigirte tu compañía cuando ni yo me hubiera acompañado en ese entonces...
Pese a todo eso, mentiría si no te dijera que anhelaría que pensaras en mí aunque sea un poco, así sea como el pie de página en una pequeña página de tu álbum de recuerdos favoritos. Mentiría si no te dijera que aún derramo lágrimas por todo lo que fue y lo que nunca pudo ser. Sí, lo sé, patético pese a los años y aunque ya no soy un idiota que ama con todo su ser. Sigo siendo un idiota que alguna vez amó pero que nunca pudo verlo, que perdió todo y contempló la desesperanza sin comprender la razón de su dolor. A eso llamo mi amor por ti: una combinación de un enorme amor añejado por años en el rincón de olvido de su mente, pero siempre presente en su corazón. Fuiste y eres como la lluvia, maravillosa como un fenómeno natural necesario, pero claramente melancólico.
Eres mi primer amor, al igual que el agridulce amor.
VGB




