Meditación entre el monte

Los zopilotes con plumas de pestañas
están haciendo ruido con motor de plomo, al despertar una mañana hueca, embalsamada en nubes de letras e incertidumbre en polvo.
El monte me mira quieto, me está mirando, tiene en el cabello dulzura que el aire me esta arrebatando.
Se abre mi cielo de tabernas de gatos dormidos, se está abriendo despacio como un amanecer afligido.
Traducen fieles borrachos los ruegos de la espada del maguey condenado a pasar milenios despierto, qué mal predicó la aurora que lo mandó a piscar delirios entre cascadas de estiércol.
Dentro ésta espuma, miles de montañas sonrojadas sudan caballos que salpican abejas, que se clavan en la noche sin deseo,
reventando lentamente la burbuja de un niño mimado por la maternal caricia del parto, de la bruta luz y su jadeo.

Octubre de 2015