SIN TESTIGOS QUE LO ACREDITARAN
¿Recuerdas cuando estuvimos sentados a la orilla del río,
bajo su frondosa alameda
sobre el tupido cojín verde
que complacido, nos acogía
en su espaciosa sala de conciertos?
Nos deleitábamos con las interpretaciones
de los ruiseñores, chamarices y verderones.
Nuestros corazones, entusiasmados,
reaccionaban emocionados,
y se prometían, con amorosas palabras y caricias,
amor eterno.
Fueron testigos: las aguas,
las canoras avecillas,
las verdes y frecas hierbas
con sus esplendorosas margaritas
bajo la plateada cubierta
de los álamos ribereños.
Fui a pregúntarles, y pedirles,
si estaban dispuestos a dar testimonio de tu promesa
cuando supe de tu huida
dejando nuestro amor amortajado,
defunción anunciada por los hechos.
Ya no estaban dispuestos,
los creí testigos ciertos.
Las aguas, como tu amor,
siguieron su curso hacia la mar
al que entregaron tu promesa
para quedar sumergida en sus amargas aguas,
ya irrecuperable.
A las que preguntaba, eran otras.
Y se sintieron
sorprendidas ante mi demanda.
Los álamos, desnudos y fríos,
reflejaban la misma frialdad
que se había adueñado de tí.
Las avecillas, quedaron mudas
por el frío que trajeron las heladas,
y huyeron de aquel, en otro tiempo,
edén para nuestras almas enamoradas.
La alfombra de esperanzas,
bellamente diseñada,
festoneada de combinatorio cromatismo,
se había convertido
en una pista helada,
monótona y acromática
para el patinaje de mis peticiones
que se deslizaban por ella en una danza
de constantes giros que dejaban sin respuesta.
Me volví, decepcionado,
al claroscuro de mi hábitat.
Allí, como decidido y valiente soldado,
entré en combate. Luché hasta
vencer a mi inesperado adversario:
ese amor que me había convertido
en su inoperante esclavo
al que logré vencer y desterrar para siempre.
Comentarios & Opiniones
Inmensa!
Profunda llega al alma
Y ese final me mató.
Te mando tantos besos que tienes que sentir tu cachete colorado.
Estupenda obra mi querido amigo, el desamor destrozando el alma del Poeta y la férrea voluntar de desterrar ese dolor hasta lograrlo; siempre un placer y ya te extrañaba, hace rato no te veía querido Andaluz, un abrazo grande feliz noche para ti.-.
Muy buena obra, saludos.
Querida Silvia: muchas gracia por tan generoso comentario. Sí, amiga, he ido al espejo y he podido comprobar el enrojecimiento de mi cachete. Mezcla de carmín y rubor emocionado. ¡Gracias!
Para tí otros tantos que te impongan el mismo efecto.
Mi muy querida Xio: me alegra contactar contigo de nuevo. Y es que estos 78 años que porto, a veces como pesada carga, no siempre me permiten hacer cuanto deseo, aunque el espíritu se sienta joven.Feliz de nuestro reencuentro.Recibe un fuerte abrazo.
Estimada Iara: agradezco su valoración y comentario. Le deseo muy feliz día. Saludos cordiales