DEDICADO

En un taller de literatura, comentando el poema numero veinte de Neruda, perteneciente a su obra: 20 poemas de amor y una canción desesperada; una compañera, conocedora de mis pinitos en esa poesía populachera y banal, me dijo: Tú serias capaz de dedicarme un poema como este? - Probaré, le dije. Y siguiendo un guión aproximado, surgió este " Dedicado " que hago extensivo a todas aquellas mujeres y compañeras que en algún momento sintieron la necesidad de que alguien les dedicara un poema de amor.

Que te dedique quieres un poema.
Poema que escribir no puedo.
Porque hubo quien escogió primero,
vivencia, argumento y tema.
Mas mentiría si dijera
que su poema es mi poema.
Porque no quiero creer que te he querido,
ni que a veces, tu me quieras .
Que si mi amor he de arrancarme,
que sea cuando la muerte quiera.
Que no quiero pensar si te quise,
si me quisiste, o fui quimera,
que te tuve en mis brazos,
breve instante, tarde de primavera.
Pero siempre pensaré en tu piel
y en el beso que te diera.
Que mi verso, no es hoja seca
que el agua a la deriva lleva.
Mi verso, es firme cimiento
donde mi querer se asienta,
para que cuando tú te vayas,
te conserve viva mi otoñeda.
Y cuando tu voz escape
en el silencio de una escuela,
me llegue viva y fresca
hablándome de tu mueca zalamera.
Que mi amor no te guarda.
Que no es vigía ni centinela.
Que mi amor es campo libre
con todas las puertas abiertas.
Que tú serás lo que Dios quiera.
Y yo, peregrino en la senda.
Caminante errante por caminos y veredas.
Peregrino que a Santiago nunca llega.
Y seguirás siendo mía,
porque mi corazón te lleva.
Que yo soy su dueño,
el que abre y cierra la puerta.
Es tan hermoso mi amor...!
Qué corto se manifiesta!
Y lar...go lar...go el olvido,
porque su final no llega.
Mi alma, a veces te extraña,
Y extraña de tu mirar la fuerza.
Mas...no por ello dejaras de ser
la musa de mi pluma y mi cabeza.
Y tú no serás mi último dolor,
ni mi última tristeza.
Serás mi último consuelo .
Y mi última alegría, tu belleza.
Vaya con él, mi amor,
aunque a veces sienta
la inutilidad de su existencia.
Y ya que para ti nació,
que tenga feliz vigencia.
También puedo escribir un verso triste
para el ataúd que la muerte lleva.
Pero yo no quiero la muerte;
sino la vida y la alegría
que tu persona representa.
Qué canten los Querubines!
Qué resoplen las cornetas!
Qué suenen los clarines
y se escuchen las trompetas!
Que un verso que tú me inspires,
es un pedazo de cielo,
que me has traído a la tierra.