Designio

La ciudad me envuelve, me asfixia, horroriza:
hidra turbia, légamo de carne dolorida,
gente anónima, turba, insomne multitud.
Me deshabitan el humo, la hediondez, el ruido,
el accidente fortuito y el crimen calculado,
comercio de miseria que chulos y camellos parasitan.
Me desvanezco como efluvio en el aire
o sombra del cuerpo bajo el sol cenital,
realidad que cierra las ventanas y echa las fallebas,
vulgar como una cerámica kitsch, hortera,
un regalo que no nos atrevemos a tirar a la basura;
está ahí, se adhiere a mí, me desespera.
Mi padre dice que un día mis hijas
me devolverán el mal que le hago, designio cruel
que me entierra en negruras de alcohol
e, incapaz de apurar esta copa,
deambulo por avenidas que transitan
navajeros en la noche,
abismado en una náusea profunda y oscura.
Un coche que pasa me atropella:
el conductor dice que fue culpa mía
y será cierto, siempre tuve algo de maldito suicida.
Alguien me cubre, piadosamente, la cara
y mis ojos se llenan de sombra,
sin haber conocido a mis hijas.

("Noned")