El polvo de tus recuerdos.

En un día soleado
donde tus enigmáticos ojos
esos ojos marrones oscuros
llenos de esos sueños perdidos
que tu mirada bienaventurada
se volvía en una amarga cerveza
que nadie quisiera beberla.

Me acuerdo tanto
que ese fosforoso polvillo
áspero como tu lógico razonamiento
que tienen tus recuerdos mágicos
en el cuál vivía un facilista y demente loco
que es mi testaruda mente
esa mente hecha de anís embullido,
cubierta de licores baratos
destruidos en una noche de pesadilla
esa noche con un sabor a manzanilla agria
en el cuál me diste cuando ese encantador suspiro
en el cuál me diste cuando me enamoraste
por última vez en mi vida.

También, me acuerdo mucho
que tu mirada tan bonita y venenosa
en el cuál iluminaba el universo
en un campo de meteoritos
con su resplandor brillante
llena de vida.

Finalmente, me acuerdo
que tus encantadores labios rojizos
como una extraña esmeralda
que inhóspitamente sorprendía
a la dócil pasión del recuerdo
de un indignado viajero del mañana
que se vé obligado a renunciar sus más claras metas.