ARCÁNGEL

Príncipe de ejércitos celestiales
ilumina tinieblas con tu espada,
por estrellas milenarias, templada,
para derrotar espíritus infernales.

Acude en la batalla cotidiana,
cuando acechen el miedo y la oscuridad
que proyecta la Legión de la maldad,
sobre nuestras miserias más humanas.

Tu corazón, gran guerrero divino,
es nuestro escudo en medio del combate
y tus alas, refugio del rescate
de todas las almas y sus destinos.

Sana con tu manto heridas de guerra
y anuncia nuestra marcha victoriosa,
luego de conquistar la paz gloriosa
y unificar al cielo en nuestra tierra.

Jorge Damián Pelozo