Instinto eterno.

Cumplidos hoy,
los cincuenta y nueve:

Instinto eterno.

Cuando descubres que
sabes más de lo
que imaginas,
gracias a ese niño que
sigue habitando en ti,
y a la transformación
de cualidades que,
aunque hayan madurado,
permanecen vivas en cada
etapa de la vida.

Ese instinto explorador,
siempre latente,
siempre presente.

Cuando, con ese niño que
llevas dentro,
has encontrado tu lugar
en este vasto universo,
más allá de todo lo
aprendido desde el exterior,
surge una conexión
inalterable.

La transición a la
madurez psicológica
y social,
la experiencia,
el paso de los años
y el conocimiento,
se funden con el niño
interior,
alimentando su curiosidad,
su deseo de explorar,
y su capacidad de acción:

¡Siempre activo!
¡Siempre presente,
vibrante en cada acción!

Como un faro que guía
sin descanso, conservando
intacta la curiosidad
de ese niño que sigue en ti.
Y así:

¡Siempre mejor!

Sabes que hasta
tu último aliento;
él seguirá latiendo
en lo más profundo
de tu ser, uniendo lo vivido
con lo que aún queda
por descubrir.

Porque, con ese instinto,
que es eterno,
el paso por este tiempo,
este espacio y este lugar,
se vuelve más auténtico,
pleno y esencial.

Por ello,
quien ha logrado integrar
todas las etapas de
su vida, sin ningún
género de duda,
alcanza su propia
totalidad armónica.

Quien mantiene la
curiosidad
y el instinto
explorador,
preserva vivo
a su niño interior,
lo sepa o no.

Por eso,
cumplidos hoy los
cincuenta y nueve,
aquí te queda
esta reflexión:

"Nunca dejes marchar
al niño que llevas dentro,
ni tampoco entrar:
al viejo que querrá venir".