Entre rosas y espinas.

No hay rosa sin espina,
ni bosque sin su verdor;
como no hay vida sin aceptar
el tránsito inevitable del dolor.

Cuando, por la herida,
no se siente la rosa,
y nace el sufrimiento
por causa justa y honrosa.

El hilo se hace seda,
y el día se hace eterno,
deseando terminarlo,
cuando la araña no reposa.

Lejos de la sombra
que permanece cuando se posa,
como la crisálida
que se abre en mariposa.

Incluso cuando el camino
parece bordado de espinas,
Mariano, ten presente
que siempre hay luz...

Por el alma que llevas en ti, siempre poderosa.

Porque no hay rosa sin espina,
ni bosque sin su verdor;
como no hay vida sin aceptar
el tránsito inevitable del dolor.

Así, como la oscuridad
va dando paso al día,
incluso en un día de invierno,
que se enciende por primavera.

Como crisálida que
se abre en mariposa,
siempre hay un mañana
donde sale la luz del sol.

Por eso,
Mariano, en el día de tu
cincuenta cumpleaños,
ten bien presente,
que sí...

Que al pesar del laberinto
tejido por la araña
que no reposa,
tú siempre sabes enfrentarla
gracias a tu alma
que nunca posa.

¡Y es por eso Mariano que sí!,
siempre hay días,
donde sale la luz del sol...

¡Sí, siempre hay
días donde sale
la luz del sol!