Día de espinas.

Persiste en lo que crees,
sin rendirte ni dejar de remar,
que la vida, sin desafíos,
no es vida de verdad.

Enfrenta la tormenta y el bravo mar;
la vida no es camino de rosas,
y, a cada paso, cunde más.

Acepta lo que venga
y lo que haya de llegar,
pues la vida es muy corta…
y también para llorar.

Lucha por lo que quieres;
ese es tu hogar,
y la vida ya te enseña
hasta dónde puedes llegar.

Sé tú mismo,
y también con los demás,
porque lo que aquí construyas,
contigo partirá.

Quiere con alma,
y con el alma seguirás;
la vida es un milagro
y la eterna oportunidad.

Viernes de espinas,
aprovechado hasta el final;
y, ante la herida,
su fruto le puedes sacar.

Pues incluso en la angustia,
la vida te recuerda
que cada espina florece…
¡si la sabes abrazar!