.abismal
Un nuevo pensamiento destructivo nace en mí
me estoy acostumbrando al proceso destructivo.
Equilibrando lo que siento con el puro sentimiento,
la raíz de donde nace la inseguridad de por sí.
Acepte un contrato conmigo mismo ya no puedo obviarlo,
el mecanismo es sencillo a la vez que complejo,
se trata de utilizar mi alma como espejo
para más tarde asimilar y sentir.
Las palabras que salen de mi conciencia
son un motor engrasado para superar obstáculos.
No me creo todo lo que nace de mi presencia,
pero acepto el desamor propio que me hace tanto daño.
El camino del artista es complicado
y la lucha interna es un proceso efímero.
Cuesta aceptar lo que somos sin obstáculos
y definir patrones para sentirnos únicos.
La vida me trajo con ayuda de mis logros
a la posición donde me encuentro.
Será la riqueza del momento o la calidad del silencio
la que late bajo este pecho curtido a momentos.
No soy más que el que sufrió,
lo que si soy es un hombre,
que labra sus indiferencias con el dios
que le habla de dentro y le hace ser uniforme,
consecuente con sus ideas y golpes.
Realizo el ejercicio abismal de luchar contra los patrones establecidos,
voy conociendo la verdad de la vida y del camino que he decidido.
Por largo que se haga el trayectoria, he optado formar parte de esta historia.
La incertidumbre da sentido a la paciencia.
Gasto los cartuchos a diario, mi meta no es ser millonario,
ya soy rico de saber quien soy y de los obstáculos que me encuentro por donde voy.
Cambiar estructuras mentales se vuelve un vicio cuando aflora el pensamiento evolutivo.
Que ser quien eres no sea un obstaculo, para ser un ser comprendido.
Las palabras son un arma de doble filo sino se utilizan con conciencia.
Pasar por estados anímicos desconocidos se vuelve una droga vistosa y fea.
Me regalo el placer de hundirme en la miseria, para dar el mejor abrazo que pueda.
Me alegro de las triunfos ajenos, para no acabar loco y desamparado.
Como guindilla del pastel remarco, que la nata esta en proceso de montarse,
los ingredientes están pesados y seleccionados, sólo falta el proceso del mezclado.
Igual que un repostero mima la mezcla, el artista desmenuza sus ideas,
el objetivo es ofrecer un bocado que se encuentre en su pura esencia.
Sentado en la aguja del reloj que marca la hora, disfruto del momento sin demora.
Mastico los momentos ayudado de la respiración para hacer de ellos únicos.
Parar el tiempo no es razonable, quizás el relojero tiene la capacidad
de disfrutar al máximo cada momento sin pensar en la verdad.
Que es el bien según yo mismo, quizás el arma que a ti te mate.
Que es el mal, según se mire, capaz de darle rienda suelta a mi vida.
Que es aquello que me llena, lo estoy encontrando,
pasan los días y cada día más me va gustando.
Acabar con un punto y aparte no se ciñe a mi personalidad,
me gustan las comas que alarguen las frases
y vuelvan cargadas de veracidad, que sólo quien presta atención
de verdad es capaz de forjar solidas bases.
Javier Pineda,