SI LO MATO A ÉL, ME MUERO YO

(De qué le valen sus armas, la sugestión de su voz,
si todos sabemos que esconde
un pobre y débil corazón:
Y no está sólo - Bersuit Vergarabat)

Lo que viene después son reproches.
Gestos y gestos, botellas y botellas,
malos ratos acompañados de un licor barato y un ruido infernal.
Lo que se viene después es un altercado,
una pelea de yo con yo,
de todas las cosas que no me he dicho,
de todos mis días embaucándome
diciendo: "Estoy bien ¿y vos?"
Cargando sobre otros un estado insostenible
en mi cara amargada, en mis 3am sin dormir,
en mi soledad beligerante.
Entonces hay una pelea ajena,
porque nada de lo que tiene que ver conmigo,
es conmigo,
porque he pasado mi vida,
en una ruina constante,
sin mover un músculo,
tragándome los gritos que me ahogan,
tomando lo que me enferma,
fumándome de a poco,
consumiéndome en cada "Estoy bien ¿y vos?"
punzante.
Lo que quiero que venga es una batalla,
que vuelen sillas, mesas, nos vayamos sin pagar,
que por una vez me diga mis verdades,
que tome consciencia de lo que significa estar vivo.
Significa pues, dejarse ser,
sin remordimientos,
putear con ganas de putear,
aplastarse la cabeza contra el abismo,
pero tener la suficiente fuerza para reconstruirse
y salir de un salto,
o saltos progresivos pero ágiles.
Lo que quiero que se venga pues,
es un asesinato,
matar aquel que vive en mí,
aquel lleno de miedos y quincenas miserables,
aquel que se acaba la cerveza rápido
y no me deja un sorbo
dejándome indefenso
para lo que se viene.
Lo que se viene podría considerarse homicidio,
aunque sin sangre derramada,
pero es más bien
liberación.