El fumador de opio

poema de Ludwing

En las largas noches,
los cuerpos y las almas
rotas se cubren con
un velo dulce y espeso
que adormece los sentidos.
Una tortura que solo
el fumador de opio conoce.

En los cubículos
de madera podrida,
las pobres almas
quejumbrosas lamentan
que su único consuelo
tenga forma de tan
pérfida flor:

"En este mundo,
la mayor crueldad
es seguir viviendo,
respirar para sufrir.
Y la muerte,
¡amiga fiel!
es una dicha que reir.

¿Que es la vida, sinó
una barbarie?
¡Azote de Dios!
luchas confusas
y dolor inigualable.

¡Viviendo siento
que me muero!
¡Necesito no ver!
¡Necesito no oir!
¡Y en esta flor
encuentro consuelo!

¡Cruel amante!
¡La única que me hace dormir!
Nadie me dijo que me
apresarías en tu seno,
¡Ni que yo tendría tanto
miedo de separarme de ti!

¡Mala flor!
En tu olor,
solamente
en tu olor,
encuentro el veneno
que puede vencer
a tanto dolor."

Y aunque ese infierno
no es vida, sino sueño,
paga el precio de buen grado.

¡Alma infeliz!
¡Pobre diablo!

En la arena escribe
sus memorias, mientras
el viento, impasible,
las borra.

Comentarios & Opiniones

Eddy Rocker

Buen poema, aunque no tengo claro que es el opio, sigue siendo buena poesía. Saludos

Critica: 
Acero etereo

buena elección del tema y buen desarrollo. el equilibrio entre lo divino y lo infernal del opio. me encanta como escribís!

Critica: 

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