LA OCTAVA MARAVILLA DE MI MUNDO

Te veo desnuda
entre sabanas de ceda,
y por fin empiezo a entender
la belleza de la vida.

Te veo dormida y tenue
con el resplandor de la luna,
formando la mejor pintura
que ni Picasso ni Van Gogh
pudieron pintar.

De pronto,
ahí estamos,
luchando una batalla
que se de antemano que perderé,
pero disfrutare morir en tu piel,
como el gladiador que muere
con honor y sudor.

La piel es de quien la eriza, dicen,
y yo, soy tuyo y tú eres mía.

Recorro mis manos hasta llegar
al paraíso que se encuentra
entre tus piernas lizas y largas.
Puedo sentir tu respiración
chocando contra la mía
como si fuesen rocas en el océano,
húmedo y fresco océano.

Empieza el baile de dos
como un vals mal sincronizado
pero ricamente bailado.
Te subes, me bajo,
te tomo, me tomas,
te jalo, te hundes.

Y, después de escapar
de este mundo.
De ser dos seres en uno solo,
volvemos a caer en picada
como aves en el mar.

Hacerte el amor
me resulta fascinante.
La octava maravilla
de mi mundo.

¿No me crees?
Qué tal si...

¿Empezamos de nuevo?