Cuando no bastaba con estar
Nunca me sentí del todo cómoda a tu lado. No nos divertíamos y nunca tenías nada que decir. Siempre era yo quien hacía cómodo e interesante el ambiente; tú creías que con estar era suficiente, pero yo necesitaba más.
Me gustabas cuando tenías opiniones, cuando sabías más que yo, cuando tu mente era tuya, y cuando no dejaba de sorprenderme lo que encontraba en ella.
Nunca fuiste lo que mi alma buscaba, pero llegaste justo a tiempo. No me arrepiento de haberme dejado llevar por esos vestigios de tu personalidad —creía que era parte de tu alma la que se asomaba, que tenía miedo de ser y por eso solo salía cuando yo la buscaba—.
Pero sí me arrepiento de hacerte creer que mis ojos te miraban a ti, y no solo a esos pedazos tuyos.
No niego que te quise, pero mis palabras iban más allá de mis sentimientos. Pensaba que si mi amor no te desbordaba justo como tú querías, te irías… dejándome completamente sola.





