Asombros en La Machine

Asombros en La Machine

A: Mis nuevos amigos que me mostraron la metálica belleza de aquel lugar.

Según mis cartas astrales la incapacidad de hacer amigos no será la enfermedad que dicte mi muerte,
Más bien se me dan los amigos como flores silvestres en alguna primavera de Colombia;
Como hacer helados raspados para los esquimales más sencillos.
Hoy he encontrado nuevos amigos al bajar de la escalera, mientras marcaba la X al cartero
Hoy me gane alguna que otra risa de buenos días, o quizás la próxima buena noche.
Son las nueve y me invitan a un lugar donde el acero canta en la barra, y hay Davincis colgando del techo;
Son las nueve y pasan por mí las chicas de 8 y el músico callejero dueño de la cuarta mesa.
Hoy conoceré de cerca aquel laberinto del Steampunk y música de saxos.
La Machine tiene su metálica belleza y unas caras que te extirpan la incredulidad;
Maquinas que cuelgan del techo y banquetas de bronce pulido,
Hay fiesta de sabores y humos en los rincones que te hacen dibujar unicornios.
La Machine tiene chicas que sueñan con los pies anclados a la barandilla del Titánic,
Y yo sentado al timón de un tonel de cerveza con parche en el ojo y sin pata de palo,
Con una pierna entumecida y el cuello haciendo alergias a tan obscena felicidad.
Entramos a un mundo de acero y música improvisada,
Al lugar donde mi amigo es rey y toca el saxo que nunca pudo comprar,
Aplaudo a la mesera que sostiene las botellas entre sus enormes pechos, -mientras tú ni sabes lo que bebes-
Hay gente afuera, todos tan contentos como nosotros a pesar de tener solo estrellas en sus cabezas
¡Pero tienen su foto de portada!, su fin de viaje perfecto – o quizás lo único bueno del viaje-
Las muchachas corretean y se inventan canciones con mi forma de hablarle con las manos.
Hay un lugar con una metálica belleza y millones de pieles en sus paredes,
Con fachada de cristal y madera,
Con mesitas de calle y música de otro mundo;
Hay un lugar, donde mi viaje termina perfecto
donde se me entumecen las piernas por el bronce de las banquetas,
y alguna que otra Paloma posada en mis muslos.