Tal vez

poema de Garen

Podría hundirme en la tibia tierra
y enseñorearme en sus entrañas
donde mi cuerpo se reviente
libre de trabas para perderse
en la divina nada.
Calmaríanse así mis dolores perversos,
mis ideas presas, desesperadas,
esas pobres que siendo, no existieron,
ni revolotearon la alegría del ánimo,
ni el entusiasmo natural, de
quien como yo, finalmente
ha sido promovido al círculo
de los que no creen, no ven;
no lloran esas larguísimas listas
de instrucciones y donde una
sola, luminosa, gris claraboya,
me toca con un rayo de luz,
con un haz de verdad,
tendido en la cama
igual que al pan nuestro
de cada día, pero peor.

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