¡Qué vivan los Sanfermines!
“. . . suenen parches y clarines.”
Feria que honra a San Fermín
glorificado . . . sin fin,
patrono fiel de Navarra,
mártir de la fe bizarra.
Pamplona se cuece aparte
sede del taurino arte,
Pompeyo, su fundador,
por designio del Creador.
Fiesta, júbilo, alegría,
seis de julio, mediodía,
la Casa Consistorial
sobria de rancio historial.
Balcón del Ayuntamiento,
contengamos el aliento,
voz envuelta de promesas:
“Pamploneses, pamplonesas”.
(grito), ¡Viva San Fermín!,
(grito), ¡gora San Fermín!,
estruendo del chupinazo
que preludia un agasajo.
El “Riau-Riau” siempre se extraña,
costumbre que nos hermana
portando rojo pañuelo
la gente cumple su anhelo.
Respetuosa procesión,
San Fermín una oración,
religiosidad, fervor,
la paz, candoroso amor.
Las danzas tradicionales
con trajes originales,
gigantes y cabezudos
muchos de ellos “sombrerudos”.
Lindo recital de jotas
escuchen que bellas notas,
las mulillas, caballeros,
que desfilan muy sinceros.
Suenan Bandas Musicales
sus tonadas celestiales,
sublime Teatro de Calle,
toro de fuego, . . . no falle.
Las luces artificiales
centellas, truenos cordiales;
¡las ocho de la mañana!
el corazón es campana.
Cánticos de los ancestros,
suelten toros, los cabestros,
“encierros” de largo trecho
que no haya humano maltrecho.
Sorteando cuernos y retos,
más de ochocientos metros,
muchos pies trotan de prisa,
sudor en la frente . . . brisa.
San Fermín destreza, suerte,
si no las heridas, muerte,
peñas van comprometidas
entusiastas, encendidas.
Marejada, corredores
a la Plaza entran Señores,
¡qué vivan los Sanfermines!,
arenas que son jardines.
España, la madre patria,
su cultura, su prosapia,
leyenda, verbena, magia,
¡qué venga la tauromaquia!
Las velas, pañuelos, mantos,
albricias se vuelven llantos,
“Pobre de mí” entristecida
la canción de despedida.
Hemingway, en su novela,
esta pasión nos revela,
“Fiesta” descrita por pluma
tinta que jamás se esfuma.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 10 de junio del 2015
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