Bosque . . . mado

“Consumido, tatemado . . .”

Vulcano furioso está en su elemento,
la flora, la fauna, sufren cruel tormento,
de amarillo al rojo, naranja, el paisaje,
fuegos encendidos son un nuevo traje.

Las llamas, sus lenguas, llegan hasta el cielo,
el viento propaga así el desconsuelo,
conjunto de troncos se pierde en la pira
verdoso follaje calcinado expira.

El arder del campo invade el momento
qué horrible concierto de “achicharramiento”,
la tierra se queja su ser se estremece
padece dolores, lo fértil fenece.

Tóxica humareda, fétida, se esparce,
tizne, hollín, los gases, son de preocuparse,
ya que se extermina un pulmón del mundo
quedando a la suerte de muerte al segundo.

Las especies pasan al infierno en vida
bramando de espanto emprenden la huida
buscando refugio, infructuoso anhelo,
los cuerpos regados se ven por el suelo.

Colinas y cerros todos desolados,
el bosque panteón de árboles quemados
que acaban en perchas de pie, fantasmales,
pavesas, cenizas, fueron pastizales.

El fúnebre monte se vuelve maqueta
de varas, tizones, la senda repleta
de palos, carbones, zombis inquietantes
sobre las laderas, hoy, posan flamantes.

Tal trance perturba la naturaleza,
ecocidio enmarca la pena, tristeza,
muy tétrico, inerte, luce el escenario,
el drama es presagio de nuestro calvario.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 10 de agosto del 2021
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