Manto.

Allí donde cualquier deseo se cumple
se abren los brazos de un espacio en blanco,
el objeto que tomas se hace nube
y el anhelo despierta en la otra mano.

Alcanza otro peldaño aunque columpie,
nunca regreses al que vas pisando.
Ciega araña se pierde en la costumbre
de atrapar la presa que ponga un alto

al hambre permanente que la aturde,
al desierto en su corazón exhausto,
sin darse cuenta de lo que construye

geometría, técnica, fuego y canto.
Sin el abismo que al goce interrumpe,
no habría veneno, colmillos ni manto.