Oquedad

El temple extinguido
por albas y jornadas a la espera,
el tiempo permanece encallado;
la llegada del ocaso es inconcluso.

El desierto aun escucha los versos
agitarse entre las dunas,
mientras las formas se convierten
en espejismos de luz de luna.

Recuerdo olvidar lo que una vez fue mío;
un solo beso que permanece hasta morir.

Una ausencia larga,
el atardecer constante,
un abismo al yacer la tormenta.

La decadencia
desgaja al espíritu sediento
sobre el frio mármol;
el recuerdo mudo
cubre a la turbia corteza.

Si no hubiésemos existido….
entre la humedad de los labros.
En cada nota del laúd
con sinfonías de poesía.

La cosecha ha traído
el verdor de los latidos,
cual mascarada de ironía
al jardín de la intimidad.

Y volviste el rostro
en la respiración de la vid.

Tras marchitarse el jardín del corazón,
sobrevive solo el clamor
de los himnos fúnebres.
Melodía de silencio, oquedad.

Gabriela Ponce LS