Gotas sobre mi Corazón

Te he visto tantas veces llegar a esa puerta, al portal imaginario del despertar de mi conciencia, que solo al cruzar produce, en mí, un silencioso estado del corazón, yo callado como el cielo y las estrellas y tu procurando una avanzada estrategia de tu presencia donde mi mirada cuelga de muerte, donde queda congelada esperando que los colores de tus ojos formen un prisma con los míos, para que después que camines, tu espalda pretenciosa me sacuda las cienes y me robe mi imaginación.
Quisiera estar contigo en ese estado del corazón donde no hay preguntas porque ahí el terco toro se duerme como en el manantial cuando las flores reposan, ahí sonrío todas las veces que quiera, mi esperanza se sacia y mi ilusión descansa en un cofre de madera y lanzado al mar sin retorno, el mismo sitio donde las mañanas son para ser lo primero que mis latidos sientan y las noches para que sientas el palpitar de mi pecho antes de cerrar tus ojos, y que los peces plateados y escamados por la luz de los impresionistas te lleven hacia la morada donde los cantares de los cristales de sol esperan que te pierdas en mis manos, pero es más insistente esta irrealidad de querer estrecharte los sueños y darme cuenta que para ti no seré tu reflejo, tu amor de mañana, tus buenos días con mermelada y tostadas, donde en la casa, guardada en mi alma, un jardín desolado y sin agua te espera.
Tú como una camelia dura y terca florecerías en mí una arbolada eterna; si me vieras, que con solo una mirada tuya me desapareciera y si tu sonrisa la acompaña, me fusilarías en medio de una cascada blanca, llena de albatros retozando con las sirenas.