La Amante

poema de Antonio Liz

Me pierdo en tu mirada, tus besos, tus caricias, y todo lo que corresponde a lo que me hechiza. Me agradan más las mañanas que las noches contigo, porque aunque tus besos y caricias adornan mis madrugadas, mi sueño no identifica a una mujer en una jaula. Mi certeza es ser libre, libre del anillo de compromiso, que me viste de esposa para seguir una  vida de dominio. Las mañanas me han negado ser esa carnada, porque coges tu jornada hacia la mujer que engañas. Te has dado cuenta del silencio de mi habitación, que cuando no estas,  solo escucho mi propia voz. As notado aquella cocina, que lealmente conserva lo que ami me fascina. No quieras hacerte el listo, una familia  es la ley de la vida, por eso no malinterpretes aquel amor que simpatizas. Nunca seré aquella que según anhelas, porque su presencia he tolerado a escondidas por tu insistencia. Mejor siéntete afortunado por lo que he tolerado, no busco que te quedes conmigo, y menos que estés a mi lado. Tu lugar es estable con tu mujer y tus propios hijos, clasifícame como aquella que busca más de ti, pero que nunca intentan de  que seas solo para mí. Enfrenta todo lo que no quiero,  ya que no quiero responsabilidad, pero aséchame y aséchame más, porque hoy me has visto, pero mañana regresaré al olvido.