DE ANILLO Y CULPA

Antes de ella fue la estética invasiva
de la confusión con tez de oscuridad.
La belleza era una cuenta regresiva
que en cualquier momento encima iba a estallar.

Me colmé de pequeñez para ser grande
en sus ojos épicos de sueño astral.
Disparó el arquero y, con muy poco alcance,
lancé llamas a su fuego magistral.

Quiso esquivar mis frases más punzantes,
que aún así respetaban su pureza,
hasta que vi sus dedos en mis guantes.
El azar golpeaba al mar con olas secas.

En su boca rota guardé mis mensajes.
En sus dientes, mis risas acumuladas.
En sus labios frescos, juegos malabares.
En su lengua, las virtudes empapadas.

Si no hubiera visto causa en sus pupilas…
Una guerra por la que luchar por siempre…
La invitación de soldados en fila…
(Soldados de mi vida y de su muerte)

Si la sinfonía de un verso encendido
me hubiera servido para sembrar flores…
Si no fuera el horizonte un desatino,
persiguiendo arcoíris invasores…

Si no hubiera puesto en duda sus latidos…
Si bailar quisiera la arritmia del miedo…
Y si pudiera haberla convencido
de sus nubes y no de mi aguacero…

Quizá hubiera despertado un día inmenso
descubriendo su cordura en mi mañana,
armonizando con el universo
hasta que el viento rompiera las ventanas.

Pero, en cambio, tuve el tiempo de la hormiga
que trabaja hasta que le roban la hoja,
aunque la hoja no tuviera migas
ya del pan de vida, pero sí la aurora,

y aunque la hoja, ni siquiera mía,
fuera robada en primera persona,
mas no es ladrón quien roba al árbol que se olvida.
Rey no es sólo al que ilumina la corona.

Amé la simpleza de su rubor pálido.
Amé el brillo de su timidez parcial.
Me sorprendió mi propio intento inválido
ante la limpieza de mi extraño amar.
Ni en la pena del dolor el alma enturbia.
Fue un error, mas un error harto exquisito.
Amé tanto a esa mujer de anillo y culpa,
que con culpa se extravió en el infinito.