Antro
El mismo antro de antaño.
Subterráneo, humo y luces centelleantes.
Una década más tarde, con la escalera detenida, las paredes adornadas. El humo ya no es el mismo, la música ya no es igual.
La gente ha cambiado, pero yo no dejo de observar.
Las mismas miradas, que antes rehuía por temor a un acercamiento, ahora no gritan más que “cobardía”.
Ya nadie se arriesga al rechazo, ya nadie necesita del otro.
El mundo ha cambiado.
Pero yo sigo extrañando los tiempos en que la escalera funcionaba. Cuando besé a un chico hermoso, antes de salir disparada, jugando, siempre feliz, siempre espontánea.
Porque siempre alguien me buscaba.
Adicta a sentirme deseada, ahora me encuentro en un mundo donde la indiferencia se ha vuelto atractiva.
Dónde no se toman riesgos, donde el mundo carece de espontaneidad.
Ojalá vuelva la chispa. Ojalá volver a correr de los ojos equivocados, riéndome por la aventura de no ser yo la única que se arriesga. La única que se expone demasiado.






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DEJANDO ESTRELLITAS
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