Guitarra

Guitarra
En aquella pared derruída y amarillenta
junto a la vieja ventana y sus rotos vidrios
que te alumbra con su luz escasa,
sigues colgada y silenciosa,
esperando esas suaves manos
que te acariciaban con pasión
cuando tus cuerdas vibraban
al compás del ritmo sinuoso que le daban
esos dedos ágiles, hoy cansados y rígidos.
Esa cinta florida que cuelga de tu clavijero,
amarrada ayer con ternura y primor
hoy está descolorida y desgastada
y sólo ayuda a que sigas colgada
de ese clavo negruzco incrustado en la viga
mientras el resto de tu curvado cuerpo
ya no puede entonar bellas melodías
y deleitar a moros y cristianos
hasta cuando la noche se hacía día.
Sin embargo de tu boca redonda y oscura
siguen brotando las viejas canciones
cuando en silencio te miro al pasar
y mi alma se estruja en un dulce suspiro.
Tu fuistes la fiel compañera
con tu carga de bellas melodías
y que presurosa traías a las ávidas cuerdas
y tu caja con forma de mujer
las elevaba a alturas divinas e infinitas.
Siempre estabas en las cercanías
cuando el alma atribulada y triste
y las penas con las alegrías se confundían,
entonces descansabas en los brazos
que te acariciaban sin medidas
para encontrar el consuelo
de los amores ayer perdidos
en la selva inhóspita y sin brechas
cuando el llanto inundaba limpiando
las heridas de Eros, de sus dardos y flechas.
Sigue inundando mis ilusiones
y juntos llegaremos al final del camino
cuando de nuevo tengas alas
y eleves tus suaves y alegres trinos
hasta el azul del cielo, guitarra...