355

poema de Cienfuegos

Te subías trayendo contigo un sol abrasador, una calidez que me inquietaba, una mirada que yo buscaba con la mía, me traías un momento esperado en silencio.

La esperanza era que te sentaras a mi lado, pero un mar de asientos vacíos conspiraba una y otra vez, no encontraba palabras para cruzar el camino que nuestras miradas conectaban por un segundo.

La luz entraba sinuosa mientras el conductor se devoraba el tiempo, toda esperanza desfallecía en la carrera, sabía bien que te bajarías para devolverme a mi vida, hasta que otro momento fortuito me devolviera a un ensoñado viaje.

Cada uno iba a su futuro, hasta que no te vi más, pasaste a ser un ser mitológico, te llevaste contigo lo extraordinario, lo único que me quedó fue mirar un paradero, que sin ti ya no tiene sentido.

Con el tiempo, me desperté más de una vez pensando en quién era ese sol que me deslumbraba en los más cálidos sueños, esos días sentía que una ciudad dormida despertaba en mí, estaba más atento y esperaba que el sol me abrazara durante las mañanas.

Nunca supe que perdí, que es lo que no conocí, seguí decididamente a mi vida, desemboque en otros ríos y mi camino me hizo olvidar, que alguna vez esperé comenzar el día en la 355, para verte subir y sonreír.