El mismo trauma de siempre, en mí

poema de Emil Cerda

“Tomando del sorbo de aquel ARN, me siento como si fuera el primer patriarca de mi propia descendencia. Con el piano bo-ca abajo, toco el sonido de mi corazón, me chupo a mí mismo, ya mi ADN sabe a un banjo nacido entre las ramas de un baobab.

“Se toca el yo de antes, concentrado y esmerado en todo a su al rededor. Ha fallado y se mete en el balaustre de sus errores, tratando de salir, sabiendo que su cabeza está sucumbida de escafandras adicciones a la muerte.

“¿Quién podrá pensar más sino el mismo humano dejando trabajar a su cerebro?

“El Placer lo llama, él sabe muy bien que tiene una nupcia; le dice al Placer:

“«Yo tengo una esposa que me ama, no puedo hacerle lo que no me gusta que me hagan... si el verdadero amor se trata de ser fiel, pues yo seré fiel a lo correcto».

“Salió corriendo de aquel burdel, con la tarjeta de la anterior prostituta. Cuando llega a casa, ve a su mujer con su mejor amigo, y se dice:

“«El ser humano no se sacia ni con su propia sed. Tendría que llamarla para yo saciarme también, pero no, ser sabio es mucho más que meditar».

“Toma la pistola y en vez de apuntarle a ambos en la yacija, le apunta al retrato de su matrimonio, diciendo:

“«Te prometí amor, eso te daré. Siéntete feliz, que no me amas, porque perderás a alguien que sí lo hace. No me siento mal, por-que el amor del ser humano es imperfecto. Te dejo, diciéndote: espero y le hayas echo el amor, como me lo hiciste a mí primero».

“Se va del lugar hospedo. Toma la tarjeta de la prostituta, y le susurra desde el teléfono público:

“«Es cierto lo que me comentaste, el placer es rico por momentos, pero la razón es mucho más placentera, porque te dice que no es eterno. Salgamos a caminar a meditar un poco, yo soy asexual, quizás contigo me sienta atraído. Eso si, no te enamores de mí... ¿cómo que por qué? Es porque yo soy Lujuria, yo fui quien te creé»”.

Se va a conocer a su hija, sonriendo al caminar, diciéndote a ti, Lector, que el Placer no lo es todo. Que lo correcto es correcto aunque todos digan que no.

Se masturba en el camino, y luego llora, diciéndose: «El placer es para dos, no para uno». Se mata con la Biblia, orando para recobrar la memoria, y cuando vuelve en sí, recuerda, que su última parada, era la abstinencia de ser gigolo.