Que sea platónico

QUE SEA PLATÓNICO…

Mujer, quizá nunca coincida
ni me tope en tu camino.
Ni mucho menos saber a que saben
tus besos ni aquellas mieles escondidas que ya alucino.

Pero llegué a adorarte…
Llegué a maravillarme desde la lejanía.
¡Que sea platónico, al menos deja que
todas estas letras voyeristas en lejanía, rozen
tus labios y te acaricien en tierna poesía!

Mujer…

Me maravillo tanto, escondido
mirándola de lejos.
Describiéndola en versos.
Y estos, mis ojos, ya se sienten perplejos
por tanta belleza que mira de ellos.

Me cautiva verla tan fresca, tan bella.
Con fino porte, incluso
a la luz de una pequeña vela.
<>

¡Que sea platónico!
Permítame seguir soñando
que usted es mía.
Incluso si es a través de la lejanía…

¡Ah, que daría por plasmarla
en cada lienzo…
Que daría por besar esos
hermosos labios que tanto pienso!

¡Pero que sea platónico, por favor!
Se que nunca será mía.
Solamente en mi poesía lo eres;
los dos ahí confabulados llenos de dicha y alegría.

Déjame hacerte el amor
Con estas rimas amorosas.
Que sean dignas, para mi reina adónica.
Plenas y orgullosas.

Ah, ¿cómo será tenerte?
Me lo he preguntado.
Pero que sea un misterio;
un hermoso deseo, deseado.

¡Qué sea platónico!, no pido más.
Déjame seguir maravillándome con tus letras.
Permíteme seguir maravillándote
con mi loca forma de amar.

Que sea platónico y nada más…