Etcétera

En el bosque invisible, de los pueblos-sombra.
Una libélula arrepentida, posa de aquí a allá,
en el cemento triste que siempre cambia.
Mientras, al aire-flauta que nunca envejece
le insufla sus últimas gotas de alquimia roja y verde.
Etcétera, etcétera.

En la esencia que es, la libélula gris,
elige a los árboles-gente,
donde las palabras que matan,
se transforman en carnosas hojas de cariñosa sombra.
Etcétera, etc.

Y la libélula que una vez fue, sola y ciega.
Pegará sus traslucidas alas al cristal rosa,
que filtra las aguas azules del río fosa.
Calentará su arrugada piel,
en un aparente y rubio tremor de desnucado reposo.
Etc., etc.

Así y así, desde la alquimia preparación
un salto hendirá el esmerilado futuro,
hacia atrás-hoy y hacia adelante-ayer.
Desde entonces,
los árboles-gente aletean
y las libélulas-rosa dan sombra.
Etc., etc., etc.