budiño

poema de Duende celta

Timbré de forma inquietante como hojarasca mecida por el rumor del viento,
su techo aguardaba la perfección del deseo en casa de madera tallada con gubia y afilada con el deseo en alabastro curtido.
Con andares de aristócrata y empujado por el tímido escribir de mis pensamientos me alojé en salón hervido por el suspirar de las llamas de chimenea .

Allí en tono sibilante y postrado en sofá de románticas esquinas miré sus cenefas de talla fina, el calor del pensamiento borraba el temblar de mis pupilas mecidas estas por el cuerpo que suspiraba codicia de mis versos aún sin nombrar.

Sus ojos eran el nacer del ayer, su tacto en mis yemas el devenir de mis intenciones,
sus besos son pinceladas nacidas en mis labios, suave y tierno mecer de sus pechos sobre los intactos dedos lúcidos de mis manos.
Cae al suelo la avaricia de su ropa, tendida y desmarañada con la mía, cuerpos inmunes al frío, postrado en cuatro esquinas del antojo de santo angelical.
Sus gemidos de arcángeles sin cielo hacían que nuestros movimientos perpetrasen e unificaran la inocencia de cupido en nuestro abismo sexual.
El latir de sus caricias interiorizaban el calor interior de nuestra pasión,lluvia que inunda el clamor de cantos de jilguero, húmedo el lodazal de nuestro soñar.
Esparcí el sueño de las manzanas en tu sexo como diminutas migas del oscuro gritar del miedo, paraiso sin encontrar,  hecho y deshecho como mantas en lecho marchito.
Salobre piel que en sorbos de esperanza conquista mi lengua, erizados pezones que en aguaceros son sepultados, dame tibio soñar que mañana si quieres repetiremos en lagar.