Príncipe.

Y sí probaras tú, pequeña,
Un pequeño trozo de esta carne límpida,
Saciarías por un rato, esa parte oculta tuya.
Esa que te empeñas por guardar, por vestir, por cubrir.
Porque sabes que lo tienes…
Esa marca candente que enerva cada nervio.
Porque:
¡Ah, Criatura!
Sé que lo escondes, lo veo en tus ojos oscuros como piedras de azabache
Cubiertas de azafrán.
Esos labios tortuosos, magenta y mezquinos que liberan en mí
Un lado tan sarcástico, tan erótico y metalingüístico
Que podrían, quizás, cubrirte la piel blanca con pequeños
Guijarros de sombras creadas por inofensivos besos,
Que lleven impregnado el olor de mi perfume,
Y la malicia de mi mente.

Porque siempre he sido un chico malo, criatura.
Soy el príncipe que ha escalado la torre,
Ha matado al dragón y ha olvidado a la princesa.
Pero primero;
la despertó del sueño,
Le enjugó el rostro,
Y le robó los besos, y…
Capturó a la bruja,
Porque en la noche hubo frío,
Y la piel blanca lo calentó.