Cielo pálido

¿Qué si me dolió?
¡Pero por supuesto que me ardió!
Clavaste una estaca en mi corazón, me desangré,
no te importó.
¿Tienes el fariseísmo de volver, suplicando perdón, una explicación?
lo tuyo fue intento de asesinato, tú misma empuñaste el cuchillo.
Preguntas que si me dolió y te regodeas en mi tormento,
y presumes y gritas, te engrandeces y clavas mi orgullo con desdén en tu muro,
al lado del trofeo de tu soberbia y alarde de pureza.
¡Que santa no eres! Que me saquen hasta el último diente,
que arranquen el último pelo del cabello de mi cuero,
si aún conservas en tus propiedades personales el derecho a la propia ofensa.
Ahora mis camaradas me han dicho que te han leído sola,
que te observaron ebria y meláncolica,
que tus amistades se han largado y que caminas sin timón por el mar de tu vida,
que juras sin mí estar muy bien y muchos dirán que sí, tal vez,
pero que vaya que hago falta ahí también yo.
Veo tus fotos detenida y me percato de tus sonrisas e intentos patéticos y lastimosos de aparentar estar bien.
¡No lo estás!
¿Qué no ves qué yo tampoco?
Hasta cuándo dejaremos de fingir, mi cielo pálido,
cuándo será que paremos con este juego sin fin,
tú fingiendo no extrañarme y yo llorando tu ausencia con unos tragos de tequila.

Para la mía, de tu todavía flor
Diana Juárez