La huída del yo

¿A qué dedicas tus horas?
Preguntaba la hormiga que cruzaba por las teclas de mi celular. Y en la vista iluminaba la gran ciudad que me vió crecer, parpadeaban luces de navidad y el viejo lugar donde la gente acostumbraba a matar los vicios se encontraba vacio. Me acompaña el sonido de los ánimales nocturnos, pero la luz lúgubre que acompaña a mi presencia nunca me ha satisfecho.
Estos son los mejores años de mi vida, pequeña hormiga. Tiempo en que medito sobre viejas costumbres y nuevos aprendizajes. Todo esta acurriendo a la vez que estoy sentada sobre este viejo cemento, sobre esta ciudad triste.
Todo sigue en movimiento, todos siguen corriendo a sus estilos de vida. Aqui nada está en quietud, los sentimientos de quienes bombardean mis pensamientos y de quienes piensan en mi por casualidad.
Debo dejar que todo avance a su ritmo y usar las palabras como catarsís cada vez que el desconsuelo quiera apoderarse de mi silencio trastornado de la huída del yo.