Memoria en la adolescencia

Querida amiga la luz es tenue
en este cúmulo de recuerdos,
he visitado la mesa de noche
en los impulsos que llenan la ansiedad,
¡ésta ansiedad de cubrir las memorias
con los ojos cerrados!
con los puentes reducidos, con la ventana a ciegas,
con la pluma proyectada a lo profundo;
he visitado la nostalgia hoy
en los paisajes postrados en las paredes,
esté donde esté el dilema en tus cabellos
tus recuerdos arropan los deseos humanos
de aquel momento, de esos pensamientos,
de las puertas cerradas, de los abismos propios;
¿recuerdas?

Si bien, aunque no leas estos versos,
me permito en las tinieblas tomar tu esencia
con los ojos rotos,
hacia el mundo donde tomas mis manos
y nuestros rastros se desvanecen en la nieve,
en lagunas mentales, en el aura
que trae penas a los sentidos
y a los recuerdos púberes quebrantados,
tal vez nada existe,
una hoja en el viento…

Al final de la noche el pasado brilla
a lo lejos, en aquellas bancas
donde las luces caían,
en aquellos pasillos donde los deseos colegiales
los arropaba la sangre,
todo era tuyo amada y mi boca y mis miedos…
¡oh ésta ansiedad de robar los deseos
de ese viaje tendido en las paredes!
todo era tuyo y mis lágrimas y mis pasos torpes,
tal vez yo no existía,
¿recuerdas?

Querida amiga, amor perdido,
busqué en un sueño rebelde
los empedrados que solíamos cruzar hacia al amor,
a la luz blanca, a tus labios cerezos,
a tus ojos aceitunos
¡a la muerte!
por favor cierra los ojos a la lluvia,
escucha mis pasos en la nubla,
siente el final amarillento,
tal vez allí yo esté,
una pluma en el viento…

Compañera de los tramos pasados,
amor mío, y mis ansias y mis suspiros,
ha llovido mucho desde entonces,
muchas han sido las lunas
y las moscas del comedor;
¡si me oyeras!
el mundo va invisible,
por tus lados y los míos,
tal vez no existes…