Lluvia de los incautos

Te creí lejana y forastera,
envidiosa de tacto y de peso,
olvidada en algún cuadro de la pared
como las grietas surgidas en los inviernos,
esa angustia que deambula en las sombras
desde el pecho se frota en rosas pálidas;
pues no, me equivoqué, vives intrínseca
en los cortes de mis manos y en el aliento puro
que se agota en el frío.
Te creí ausente en el tren veraneo,
frágil y fugaz de presencia
como el antídoto de una carta quemada,
como las huellas indefinidas de la nieve,
la mente sumergida en la niebla
la aprisiona el peso desecho del corazón;
he mentido gota a gota sobre tropiezos
aquella tristeza cubierta con anteojos ,
he falsificado mi esencia en un túnel oscuro
tomando incautos de la fragilidad
y la eterna lucha en los latidos florece lágrimas
en un remolino sin retorno.
¡Lluvia! Te creí misteriosa, indescifrable,
despiadada e incongruente de palmo,
difuminada en los altares oscuros que envejecen
detrás de cada astro que se esfuma en olvido,
como las gaviotas desorientadas mar adentro
como las semillas en un vientre árido;
pues no, me equivoqué, vives íntima
hiriente de lanzas traslucidas al corazón roto,
vives en mis brazos lacerados y en el impulso
de los latidos conectados a los mares grises,
prisionera de venganza exponed quietud
a unos ojos inundados de pena
y sin fuerza suspirando tu aroma a sosiego
y a la ventana de primavera que descansa confiada …
He mentido gota a gota sobre tropiezos,
he falsificado de orgullo mi esencia
aquella ranura que filtra lágrima,
el humo del tren vaga en el aliento
como rapaz hambriento,
y te espero afligido gota a gota…





