Gavilán

Ruedo el pulso de las sátiras
en la caja de novelas dementes ,
¡extraño! débil razón para creer
la sabiduría del especulador,
la opción de estúpidos borrachos
se adhiere de polvo ciego,
la soledad vuela en silencio
sobre la pena que sonríe en los pasillos
solitario, ¡ oh solitaria búsqueda!,
el camino es largo, oscuro y espinoso,
tal vez no hay que ver…

La piel saluda tormentas
en tiempos de sombras, siempre…
estoy ebrio, las cicatrices arden
en asfixia de buitres corroyendo suciedad,
las mariposas lloran su trágica flor
¿acaso ver es difícil? ¿con mí ser?
la niebla entra en la cabeza
de los que son, de los que saben,
de los que no hacen,
tal vez no hay que ver…

Los espectros de la tristeza
rodean los rostros pálidos,
por sus cabellos, en las lágrimas
del ocaso amarillento y frío,
en la mente que no existe
el alcohol camina en la tempestad
y en el fuego los atrae a su boca,
el rapaz espera, sí con paciencia
como la justicia inestable , como la verdad a medias,
como el final de todo cuando llega;
se desvanece el pasar del la vida,
del ser, del temor hipócrita,
de las luces que se mueven en terrenos hostiles,
he de estar ebrio…

El juego con piedras es peligroso,
hay muchas en el río crecido,
se escucha el ruido, se escucha el silencio mío
en el alcohol de las mareas grises,
al cuello, a los vellos, a la basura donde se hizo,
algunos sucumben lento sobre la indigencia
del oasis desvanecido,
en nosotros lo sé,
lo sé…

La puesta eterna muestra al oasis desvanecido
anteriormente en lo mejor de nosotros,
y la tormenta de arena pena las raíces,
murió y el olvido es dilema de todos los días,
el túnel está cerrado, la luz embriaga
fantasmas de media noche,
¡oh qué torpeza!
el alcohol desayuna la existencia,
la desgrana en la cuerda floja
hacia el chiquero de bestias,
he de estar ebrio…

El alcohol es un nido de serpientes
corrompiendo corazones débiles
¿el alma? la oscuridad flota
y las estrellas se pierden en abismos propios ,
las palomas volaron ayer,
sólo ayer,
he de estar ebrio…