Entre miradas.

poema de Luit Pold

Las miradas se cruzaban exactamente cuando el semáforo se posaba de verde a rojo y ambos tomaban la decisión de ir de una banqueta a otra frente a la luz de los carros, solo era un breve momento, claro, y a la vez tan confuso, como un par de aleteos de algún colibrí despistado en busca de alguna flor sobre la cual extender su lengua y extraer el néctar más exquisito, oculto de las miradas ausentes y de todos esos paladares que les da igual lo dulce de lo salado, se miraban solo por un breve momento y ni siquiera lo notaban o simulaban no hacerlo.
Se encontraban sus ojos cada día a la misma hora, se sabían el número de sus pestañas de memoria y cuánto tiempo dejaban de parpadear para apreciar el momento preciso, la dilatación de la pupila detrás del humor vítreo y el reflejo de las lámparas formando pequeños cuadritos de luz sobre el iris de ella y alargados óvalos sobre el iris profundo y delineado de él, sus ojos reían entre si comunicándose con un lenguaje extraño y fugaz, como el tiempo que les quedaba en cada suspiro antes de dormir.

Los mismo siguió por un año más, los ojos parecían adaptarse a cada estación, en invierno se abrigaban entre miradas fijas y cálidas, en la primavera parecían libres y renovados como un par de mariposas más recién salidas del obscuro capullo, llenos de vida y hermosos.
Cuando algún par estaba ausente lo notaban por los dos segundos que sobraban al final del día, cuando el otro par se ahogaba en una lluvia constante y silenciosa ambos se drenaban para no tener que tragarse la sucia agua, en ocasiones se salían de sus cuencos para pasear por el horizonte o brincar de un estrella a otra asegurándose de que no hubiesen cuervos alrededor, era el cruce más elegante y decorado gracias a ese par de miradas.

Todo termino un día en que un vistazo paso de largo sin tener a la otra para frenarse, así que simplemente paso estrellándose con el infinito en todas direcciones, pasado algún tiempo ya no eran más que simples miradas perdidas en el suelo áspero y gris, él suelo que todos miraban por alguna rara manía, comenzó a crecer un denso plomo sobre los parpados obligándolos a cerrase con una cerradura poco común, porque ya no tenía sentido seguir mirando a la distancia o al vacío, así que se cerraron poco a poco, las pestañas fueron cayendo como pétalos marchitos y aquel brillo que se extendía como un par de diamantes se opacó condenado a vivir bajo la niebla.

Se desconoce lo que paso con el otro par de ojos, algunos creen que los cuervos al fin los encontraron y los desgarraron al igual que a un par de páginas garabateadas con versos, otros más afirman que se ahogaron cuando un tsunami arraso con sus alas, quizás solo se posaron en el sol y se hicieron cenizas…

Sea como sea, jamás olvidaron el color de los ojos opuestos,
café claro tierra y confianza, y azul inmortalidad.

http://luit-pold.blogspot.mx/

Comentarios & Opiniones

Yan

Un gusto leerte. Saludos.

Critica: 
Luna

Hermosa historia de amor y dos pares de ojos en un poema diferente. Mi saludo afectuoso.

Critica: 
Mac1965

Un placer leerte. Saludos cordiales

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