El lugar donde abrí mis ojos

Cuando abrí mis ojos, estabas caminando hacia una promesa no comprobada, quizás inexistente, pero parecías decidida y encauzada hacia esa duda. Mis gritos no viajaban hacia ti, aquel lugar paradisíaco solo me hacía sentir incertidumbre, el no poder alcanzarte, el no poder hablarte era más duro que el infierno.
De pronto el tiempo se detuvo, parecía que mis pasos ahora sí avanzaban, corría desesperado, con miedo a perderte. Cuando llegue a tu lado, miraste a mis ojos y no logré decir nada, estaba paralizado por tu mirada, parecías tener dos almas, y yo sentí mi humanidad sobre el corazón.
Entonces caí, nuevamente abrí los ojos, estaba todo oscuro, de a poco la luz ganaba un espacio en la oscuridad hasta que pude ver completamente, y sentí mi sangre sobre el cuerpo, mis venas arruinadas guiaban mi vista como si fuera un camino, cuando se acabó ví lo que sucedió.
Un hombre destruido, embriagado de tristeza, se ahogó con su sangre, se rindió ante la vida y se desmoronó.