ELEGÍA AL VIENTO

Hoy la tristeza me llama a la puerta
y al abrirle, ésta me encuentra inerme;
pues cuya soledad me hace delirar
en mis penas y me hace viajar por el tiempo.

Me encuentro en un lugar incierto,
pero estoy escuchando como tu voz
y su eco rompe los esquemas del viento;
eres tú mi querido padre y amigo eterno.

¡Delirios! simples delirios...

Desde que partiste al más allá
donde los muertos danzan y no sufren,
donde no existen las leyes humanas,
solo las divinas para así prevalecer la lealtad.

Un lugar sin pobreza; pues todo es riqueza.
Muchos lo llaman el paraíso olvidado, pero en sí;
es la libertad de dejar de ser esclavos...

¡Apiádate de mi dolor!
que la realidad sigue siendo cruel...

Padre; no dejo de olvidar los momentos
que pasamos juntos, me viste crecer,
me viste jugar y me has visto triunfar.

Tu grandeza siempre resplandecerá; a pesar
de que ya no estás, pero eso no significa
que tu nombre de existir va a dejar...

Siempre sigo tus designios,
escuché tus consejos
y cumpliré tu último deseo;
es por eso que le escribo esta
elegía al viento.