Padre que ya no estás aquí con nosotros

En lo más profundo de mi ser,
guardo el recuerdo de un padre querido,
aunque ya no estés aquí con nosotros,
tu legado vive en cada latido.

Tus palabras de sabiduría y amor,
siguen resonando en mi corazón,
me guían en cada paso que doy,
y me dan fuerzas en cada aflicción.

Aunque no pueda verte con mis ojos,
siento tu presencia en cada instante,
en las pequeñas cosas de la vida,
donde tu espíritu se hace constante.

Tus abrazos cálidos y tu risa franca,
se desvanecieron en el tiempo,
pero el amor que nos diste, padre mío,
sigue brillando como un rayo de aliento.

En cada amanecer y en cada anochecer,
me hablas en susurros al viento,
me animas a seguir adelante,
a pesar de la ausencia y el lamento.

Aunque ya no estés aquí físicamente,
siempre serás mi guía y mi faro,
tu amor perdura en cada pensamiento,
y en cada estrella que brilla en el claro.

Padre, aunque no puedas escucharme,
quiero decirte que te extraño,
pero sé que estás en un lugar mejor,
donde la paz y la felicidad se bañan.

Tu recuerdo vive en cada latido,
y en cada paso que doy en la vida,
gracias por ser mi padre amado,
aunque ya no estés aquí con nosotros, querida.