Mil lágrimas derrame por ti

Mil lágrimas derramé por ti, sin medida,
en un mar de tristeza, mi alma sumergida.
Pero hoy, sané las heridas que dejaste,
y en mi pecho renace la alegría que arrastraste.

Cada lágrima fue un suspiro del corazón,
un grito silencioso de desilusión.
Pero en cada una, encontré fortaleza,
y en cada llanto, hallé mi propia grandeza.

Ya no hay lamentos en mis ojos cristalinos,
pues el tiempo curó mis dolores divinos.
Hoy vuelvo a sonreír con renovada fuerza,
reconstruyendo mi ser, mi propia naturaleza.

Aprendí que las lágrimas no son signo de debilidad,
sino un camino hacia la sanación y la libertad.
En cada gota derramada encontré mi paz,
y en cada cicatriz, mi historia se deshaz.

Ahora mi sonrisa brilla con resplandor,
reflejando el amor propio que encontré en mi interior.
Las lágrimas derramadas fueron mi enseñanza,
para valorar mi propia valentía y bonanza.

Mil lágrimas derramé por ti, pero ya sané,
y en mi ser florece una nueva mujer.
Con el corazón renovado y la mente clara,
sigo adelante, dejando atrás la tristeza amarga.

Las lágrimas se convirtieron en mi escudo,
un recordatorio de todo lo que he superado.
Y ahora, con cada paso, con cada latido,
me levanto más fuerte, con el alma enardecido.

Así que hoy celebro mi sanación y mi poder,
las mil lágrimas que derramé, en mí se convirtieron.
Ya no soy la misma, gracias a cada una de ellas,
porque me mostraron mi propia grandeza y belleza.